En el Capítulo XVII Ayudando a pensar en cómo poner límites cuando se le pregunta:
En la educación de los chicos, ¿está usted a favor o en contra de la permisividad de los padres?
Los límites son una muestra de amor, una guía; sirven para ayudar a cuidar a los hijos. Poner límites es educar. Pero si no se van marcando desde que los hijos son pequeños, luego el niño los sentirá como frustraciones intolerables. Poner Límites adecuadamente se logra desde el encuentro emocional con el niño. Si bien es necesario que los padres tengan límites internos, estos no se ponen simplemente, sino que se construyen en la relación con el niño.
Los hijos respetan de acuerdo a lo que los padres son, no lo que dicen “que deberían hacer sus hijos”, si ellos con su propia conducta, muestran lo contrario.
Los límites no son controles rígidos, en todo caso, no deberían serlo. En una buena crianza se supone que el niño está en una etapa en la cual necesita expandirse y explorar el mundo, todo es nuevo en la infancia. Se trata de advertirle frente a lo peligroso, pero no de evitarle todo posible riesgo, porque si no, no podría ni siquiera subir solo al tobogán o hacer cosas de niños.
Muchas veces, los padres saben que deberían poner límites, pero no pueden, sienten culpa. Esos padres deben ser ayudados porque ese no poder es una expresión de un conflicto no resuelto.
Cuando los padres tienen dificultades con respecto a este tema es importante consultar a tiempo. Decir que hay que poner límites cuando los problemas están instalados, no es un tema fácil.
En la educación de los chicos, ¿está usted a favor o en contra de la permisividad de los docentes?
En la capacitación de más de 100 docentes surgió un interrogante acerca si es bueno poner disciplina o no.
Primero deberíamos consensuar acerca de lo que se comprende por disciplina. Yo di un ejemplo personal: cuando era estudiante de escuela primaria y secundaria, me formé en el Lenguas Vivas, un colegio de muy buen nivel académico y con una disciplina que todos aceptábamos normalmente.
Nunca nos traumatizó la disciplina, ni lo recuerdo de manera especial. Formábamos de menor a mayor antes de entrar al aula, y esperábamos a los docentes en silencio.
Estoy muy agradecida a las normas de conducta porque al tener que guardar silencio, me permitió escuchar las clases y aprender más fácil para hacer las tareas, de otro modo, si hubiera habido desorden, creo que me hubiese distraído mucho.
En cambio, una colonia de vacaciones inglesa a las que nos mandaron en verano fue una pesadilla. Dormíamos varias nenas en un cuarto y como era de esperar, hasta lograr conciliar el sueño, conversábamos hasta tarde, cada una en su cama y en voz baja. Las maestras de la colonia pasaban a controlarnos y a la que descubrían conversando la dejaban en penitencia varias horas, al día siguiente, en la galería en posiciones torturantes: con los brazos para arriba, y sí los bajábamos, se nos duplicaba el castigo. Parecía un campo de concentración, era un abuso de poder. Si a esto consideraban disciplina, es totalmente humillante, tortuoso y perjudicial.
Hay que diferenciar la disciplina positiva, del goce de poder sobre el otro, que ¡es aniquilante!
(…) ¿Cuál es la manera de poner límites sin frustrar a los niños?
¿Por qué hay que pensar que cierta tolerancia a la frustración es mala? Justamente, hay que poner límites que apuntan a que el niño aprenda, gradualmente a tolerar cierta cuota de frustración lógica.
Este aprendizaje le va a permitir fortalecer su voluntad, siempre que los padres hayan sido respetuosos del ser del hijo.
Por ejemplo: No permitir que vea ciertos programas de TV o no dejarlo jugar con los videojuegos sin límite de horario. Se puede hacer con firmeza y cariño. Los adultos confunden el modo, creen que poner límites se logra solo con enojo; pero los límites más efectivos se marcan con dulzura y determinación, simultáneamente.
Si nos preguntamos qué son límites, podemos decir que son los lazos invisibles de protección, tanto para la integridad física como emocional del niño. (…)
Poner límites tiene que ver con el cuidado del hijo y, sobre todo, con enseñarle a cuidarse a sí mismo. Por esto, en la infancia, mientras que el niño va formando la personalidad y una subjetividad propia, los padres irán marcándole pautas que van desde el horario para ir a dormir, un tiempo para la comida, hasta los espacios para jugar. De esta manera irán transmitiéndole una idea de la organización y del tiempo. Por supuesto que los padres pueden lograr esto solamente si tiene cierto orden interno.
(…) La solución no es poner lo que se cree que son límites porque sí, con penitencias o palizas, sino ayudar a que el niño aprenda a poder limitarse y cuidarse cada vez más, él solo. (…)
Aprender a cuidarse es un proceso que se va construyendo especialmente a partir de una autoestima positiva, en una interdependencia sana con los padres, internalizando pautas que le permitirán poder cuidarse solo, en tanto va creciendo. Paulatinamente, paso a paso, año tras año, primero con el acompañamiento de los padres y su mirada cuidadosa, para ir logrando que pueda, luego, estar solo y “escuchar sus necesidades y deseos”.
Quiero aclarar que la crianza no es una tarea fácil, los padres están muy solos y con muchas obligaciones cotidianas. Es por esto, que he fundado la Escuela de Padres Multifamiliar, para acompañarlos en esta tarea”. (…)
Espero que nos sea de utilidad este pequeño recorte de este libro tan interesante y esclarecedor para ayudarnos Familia y Escuela dado que nos permitirá desarrollarnos con nuestras posibilidades personales y como parte de la sociedad.
Afectuosamente.
Patricia Aloe
Directora del Nivel Inicial y Primario
Eva Rotenberg
Licenciada en Psicología (Universidad de Buenos Aires), Miembro Didacta de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA) y Miembro Titular de la Asociación Psicoanalítica Internacional (API). Especialista en Niños y Adolescentes, con título otorgado por APA Y API.
Fue docente en la Maestría de Psicología de la Universidad Kennedy, invitada en varias universidades nacionales y profesora en diversas universidades e instituciones de Latinoamérica y Europa. En España fue docente en la Clínica Logos de Barcelona Y en el Centre de Cornellià.
Fundadora y Directora de la Escuela para Padres Multifamiliar en Argentina y docente de la misma en varios países de América Latina y Europa. La Escuela para Padres funciona en privado, en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez desde 2011, en el Hospital Neuropsiquiátrico Moyano desde 2012 y en APA.
Directora de la Jornada Nacional Interdisciplinaria de Adopción realizada en APA en 2011 y de la I Jornada Nacional en la Asociación Médica Argentina en el 2003.
Fundadora del Espacio de Familia y Adopción en la Asociación Médica Argentina y del Capítulo de Adopción de APA.
Capacitadora de la Escuela para Padres Multifamiliar en Neuquén (declarada de interés provincial), Salta, Rojas (prov. de Buenos Aires), México, Colombia, en la Universidad de Chile en 2011 y en España invitada a Málaga (declarada de interés nacional, 2012)
Capacitadora de docentes en colegios y/o talleres para padres (colegios ORT, La Salle, Hojas de Jacarandá, Aula XXI, victoria Ocampo, Patris, entre otros).
Supervisora de los profesionales del Centro Asistencial Horim, desde 2005 a 2012, Supervisora Clínica de la Escuela Nº 17 de niños psicóticos y autistas (1998-1999). Supervisora Clínica Institucional de la Escuela Nº 37 de adolescentes ciegos en 1999.
Es autora de numerosos trabajos científicos y artículos sobre temas vinculadores y de género.
